Vicente Antonorsi no es solo arquitecto de profesión, ha incursionado en la elaboración de tapices y en el diseño de muebles. Estos que haceres no son identificación suficiente cuando intentamos describir una personalidad sensible que se mueve en el “continuum” de la creación, transitando ese universo de la poiesis entre el impulso , el concepto y la factura de lo sublime.
Vicente Antonorsi es el equivalente en la arquitectura a la “generación de los ochenta” en las artes plásticas venezolanas, considerada una generación élite de estudiantes formados en el Instituto de diseño Newmann, hecho histórico curioso, por ser este un instituto que pese a haber sido fundado a finales de los sesenta para la formación de diseñadores, lo que produjo una década después no solo fueron sólo diseñadores sino artistas irremplazables en la historia del arte contemporáneo.
Son dignos de comparación porque al igual que estos artistas; Antonorsi traspasa los límites de lo funcional propios de su disciplina , yendo más allá del espacio circunscrito al habitáculo, hacia la originalidad de la creación plástica en sí misma.
Dentro del arte contemporáneo, estas situaciones arriesgadas que van más allá de los límites establecidos o conocidos ocurren con mayor frecuencia. Es la irrupción de ideas en los creadores provenientes de ese lugar incierto entre los intersticios del espíritu y el conocimiento, propios del pensamiento creador en su necesidad de explicarse e interpretar su realidad, lo que ocurre en estos artistas. Es ese instante mágico en el que el artista se inspira, persigue algo distinto a lo que venía haciendo y se traduce en la elaboración de sus obras, lo que se trató de hacerle llegar al público en la exposición “Estructuras Recientes” de Vicente Antonorsi.
Antonorsi relacionando sus intereses entre el espacio, la urdimbre y la materia en este caso, explora nuestra naturaleza tropical para recrearnos en instalaciones, relieves y ensambles, situaciones que obedecen a un paisaje cultural. Además de sintetizar elementos naturales como semillas y cabuyas, también nos pasea por nuestras memorias culturales ancestrales y las adoptadas en la historia.
Esta síntesis entre la experiencia del entorno en el cual nos tocó vivir y la madurez de nuestras propias imágenes, interrelacionadas con el conocimiento espacial de la arquitectura y cultural de nuestra historia, nos dan por resultado esta expresión estética original que conjuga naturaleza y arte. Nos la presenta en formas y volúmenes puros y universales, propios del minimalismo y la abstracción, conjugando materiales y desechos industriales como el contraenchapado, el aglomerado y materiales naturales como las semillas, frutos secos como el coco y la “tapara”, las cabuyas de fibras naturales y el tejido; recreados en composiciones sugestivas esparcidos inteligente y sensiblemente en el espacio.