El ámbito venezolano cuenta con un nuevo centro para la difusión de las corrientes artísticas más recientes; se trata de la Galería Espacio 5, ubicada en Valencia, ciudad sede de la Bienal del Salón Arturo Michelena, donde autores de diferentes latitudes concurren para la confrontación de sus propuestas en la capital carabobeña. Esta novel galería abrió sus puertas al público el 16 de marzo de 2013 con la primera individual de Vicente Antonorsi en esa ciudad. Una segunda exposición del escultor caraqueño se presentó este año entre el 7 de marzo y el 2 de mayo, con obras realizadas en 2015. Con el titulo Calados / color, y bajo la curaduría de Marisela Chivico, se exhiben veintiséis obras, distribuidas según las técnicas y temáticas seleccionadas, pero manteniendo un hilo conductor que revela las originales facetas de su producción. A cierta distancia, el conjunto se vislumbra como una sucesión de intercalados de rectas e inflexiones que interactúan con los muros que sirven de soporte. Láminas contrachapadas, fórmicas, acrílicos y hierros pintados son los prototipos materiales, generalmente usados para las labores de construcción, remodelación o fabricación de muebles e interiores, que en manos de Antonorsi adquieren significaciones que develan las múltiples posibilidades del ejercicio creador. Con el transcurso del tiempo, el profundiza en las nociones abstracto-geométricas que se vinculan a su desempeño como arquitecto y diseñador gráfico de mobiliario y de textiles. En la práctica de estas profesiones, la estructura es lo que cuenta: ésta define y organiza el espacio -arquitectónico, gráfico o textil- y su relación con los componentes formales. En las exposiciones que ejecuta desde 2001 se hace patente la orientación de su proposición; en Temporada. Nuevo manual de especies naturales, de 2001, el montaje destaca la riqueza del mundo vegetal con arreglos de flores, frutos y semillas que evocan el paisaje caribeño con su exotismo cromático e informal. Posteriormente, en Estructuras recientes, de 2005, el rigor geométrico dialoga con primacía junto al ordenamiento de cocos, caracoles, mecates, etcétera, que el artista introduce en un juego entre lo racional y lo orgánico, dualidad que se percibe en Bandeja II, Amuleto y Cocos “Una extraña mezcla de geometría y naturaleza, de reciclaje y pureza…”, según lo refiere el crítico J. C. Palenzuela.
En el acontecer de estas indagaciones reafirma el proceso de síntesis en el que viene trabajando en la última década, que algunos identifican como reduccionista, pues su discurso se torna cada vez más depurado, preciso, con cortes de rasgos minimalistas, pero con connotaciones asociadas a la consistencia intrínseca de los elementos físicos. De ahí las vetas de la madera o la nitidez del plexiglás asimiladas como cualidades estéticas, que conjugan nociones básicas entre lo industrial y lo artístico, entre lo utilitario y lo bello. En Calado a color, por ejemplo, la base rectangular incluye segmentos anaranjados que contrastan con las rayas de tonalidades marrones, características propias del revestimiento multilaminado. En Calado desplazado magnífico, la superposición de tableros crea direcciones lineales horizontales y verticales, con horadaciones y aberturas que describen una suerte de trama y urdimbre que enlaza llenos y vacíos, figura y fondo. La dinámica de estas composiciones radica en el ensamblado que articula modulaciones y planos, altos y bajos, una especie de “tejido” o de “arquitectura visual” resultado del calado del contrachapado y su disposición en el espacio. Esta obra rememora la estructura reticular del famoso cuadro de Piet Mondrian denominado Broadway Boggie-Woogie, de 1942, uno de los planteamientos fundamentales de la modernidad plástica occidental. Para la formulación de la serie Calados desplazados, en la que constantemente investiga, explica lo siguiente: “Partí de tres cubos con ciertos dibujos perforados y luego los desdoblé como quien va a desarmar un cubo. Lo hice muchas veces con varios. Luego los puse uno al lado del otro. Y como tenían huecos grandes, fueron formando dibujos aleatorios. Ahí ves eles, líneas verticales, formas distintas …Yo no intervengo en ellas…”
En cuanto a los relieves en acrílico – traslucido, rayband y rubí– su obra avanza hacia la simplificación de las formas, gracias a las sensaciones de levedad, transparencia e inmaterialidad que trasmite este termoplástico rígido, lo que origina reflejos de luces y sombras que se diluyen en un intercambio que otorga un acento de vitalidad a las piezas; éste es el caso de Módulo de 4 cubos. El hierro con pintura acrovinilica es otro procedimiento que le permite una cobertura uniforme y sobria; así se advierte en Vigas, constituida por franjas que parten desde una esquina del recinto para extenderse virtualmente más allá de los listones sujetos a la pared. Para el critico y curador Miguel Miguel García. “Vicente Antonorsi inventa un vocabulario visual único que alcanza madurez plena y un alto dominio de lo volumétrico, logrando en su peculiar visión del concepto de lo tridimensional, un aporte distintivo y singular a la escultura contemporánea de Venezuela…”