Vicente Antonorsi

Espacio Monitor

Autor: María Luz Cardenas
Publicación: Rev. ArtNexus, Nro 106, Sep-Nov 2017, Crónicas, Pág. 86-87

 

Vicente Antonorsi (Caracas, 1952) ha articulado un discurso innovador en el manejo de los materiales, la construcción del espacio y la integración de las diversas disciplinas que influyeron en su formación. El resultado es una obra limpia y de resonancias múltiples que permiten al espectador habitar el espacio desde ángulos inesperados. La exposición Angulares lo coloca en un punto en plena madurez y propósitos alcanzados. Ella resume sus investigaciones y problemas; sus búsquedas y tránsitos. El camino es pulcro y bien orientado por la norma de la sencillez para lograr complejidad en las lecturas. Antonorsi se graduó de Arquitecto en la Universidad de los Andes de Bogotá, y paralelamente estudiaba Diseño textil y Diseño gráfico, lo que le permitió establecer nexos con maestros como Carlos Rojas y Olga de Amaral. Ya en Venezuela, en los años ochenta, ejerció la arquitectura y el diseño de muebles, ampliando el rango de materiales en su experimentación. En 1994 incorporó el bahareque, cuyas fibras vegetales entremezcladas creaban efectos y texturas del tejido, con ritmos, colores y contrastes de composición que acentuaban las oposiciones entre simetría y asimetría de las esculturas. En 1999 añadió la madera industrial en elaboraciones muy depuradas que lo colocaban entre los creadores desobedientes de las corrientes dominantes del arte contemporáneo en Venezuela. A partir de entonces su trabajo enriqueció el panorama de desarrollo de modos alternos de comprender la geometría y centró el problema en formas básicas como el cubo, desdoblándolo, haciéndolo plano, pero sobre todo, generando espacios virtuales, dibujos de luz, trazos de aire.

Angulares refuerza el cruce de relaciones y convergencias entre la escultura y la arquitectura, el arte y la artesanía, así como en el tratamiento de la materia y en las diversas acepciones de la geometría. Catorce obras de gran formato funcionan como territorio para una reflexión que acoge las incidencias e influencias de sus maestros, en piezas que son, a la vez, arquitecturas, tejidos ancestrales y espacios habitables con un dominio absoluto de las escalas. Estructuralmente predominan triángulos y pirámides obtenidos a partir de la meticulosa segmentación de cubos y paralelepípedos, o de la extensión (y el encuentro) de líneas sobre rectángulos. La voluntad transdisciplinaria se aprecia en la conceptualización del espacio, donde confluye el pensamiento arquitectónico (después de todo, el arquitecto es un pensador del espacio) y la referencia ancestral al tejido artesanal. Hexaedros perforados o Dinteles magníficos I y II enseñan cómo Antonorsi elabora sus volúmenes capa por capa, bien sea en madera o cartón, y en esa labor se va tejiendo una superposición de texturas y calidades visuales donde resuena la vitalidad de los mantos orgánicos y superficies de su maestra Olga de Amaral, metáforas de tramas, escrituras a rayas, colores sutiles, líneas muy hechas con varias láminas cortadas y colocadas una sobre la otra.

El fundamento arquitectónico se expresa en los títulos de las esculturas: Dinteles, Columnas, Vigas, Construcciones, pero también en la ampliación del concepto de espacio que despliega en sala: las esculturas se extienden por igual en el espacio físico y en el espacio imaginario, en los que el artista parece trabajar sin distinción para poder explorar las posibilidades del objeto tridimensional. Son estructuras que habitan el espacio, pero también lo expanden. Los triángulos son a la vez tangibles e intangibles, reales y virtuales, hechos de materia, pero también luces y sombras que surgen de los vacíos producidos por los cortes diagonales sobre el material. El resultado final es un conjunto de esculturas independientes y simultáneamente un sistema habitable integral, formado por los vectores, encuentros y conjunciones de todas las obras entre sí, Y además es un espacio totémico que invoca lo ritual, la vieja y orgánica geometría de los pioneros de la abstracción en América Latina. La geometría ordena, pero igualmente nos lanza a esos territorios donde vive el misterio. Así lo vemos en las Columnas angulares, de perfiles dentados, que recomponen el espacio de circulación interior de la obra. Su manera de abordar el espacio favorece las tensiones dinámicas y el movimiento de los volúmenes: en Construcciones en piedra dorada y Triedros sobre el espacio, la forma se multiplica. Cada módulo parece desprenderse de su antecesor y se desborda en movimientos, rotación de los ejes, acentos rítmicos y direcciones inesperadas.

En la búsqueda de la simplicidad y lo primario, Antonorsi alcanza a integrar el soporte, el espacio, la materia y la propia obra en un único y mismo proceso: simplificar para hacer de la obra un espacio más complejo de relaciones; para multiplicar los ángulos de percepción: despojar para enriquecer la conciencia. Esos volúmenes austeros –pocos-; ese espacio desnudo, pausado y pensado más como tránsito, como sistema abierto de relaciones, que como lugar al cual se llega y se reposa, definen su aporte para la comprensión de lo contemporáneo en la creación artística.

adminExpo Angulares