La exposición “ Desenrollados” reúne a Isabel Cisneros y Vicente Antonorsi, en los espacios de La Caja, Centro Cultural Chacao, bajo la curaduría de Marisela Chivico. Estos artistas de amplia trayectoria han consolidado sus lenguajes artísticos marcadamente particulares que, pese a sus distintas narrativas, coinciden en su interés por la experimentación de los materiales y las técnicas. A ambos los une la amistad y, como artistas, ya habían tenido un encuentro en 2007, cuando hicieron dupla en la muestra “Acumulaciones, diálogos visuales”, presentada en la Sala Trasnocho Arte Contacto, en Caracas. Después de casi once años, vuelven a reunirse en este proyecto, “Desenrollados”. El término alude a resoluciones formales, pero también invita a detenerse en la capacidad de sublimación del arte como respuesta positiva a situaciones de crisis.
El diálogo de obras en el espacio genera un rico intercambio de visiones y nos acerca a un tratamiento lúdico de los formatos, las texturas, las densidades y los colores que proporcionan los hilos, los tejidos, las maderas, los materiales reciclados. La libertad con la que los artistas asumen la resolución de este proyecto se percibe en la autonomía que tuvieron para apropiarse del espacio expositivo. Así, se observa la ruptura de los límites en las dimensiones de algunas de las obras, o por el contrario, cómo estas se adaptan a los ángulos de las paredes, a los techos, las nervaduras. La curadora Chivico destaca la idea de “desenrollar el hilo” para luego realizar una transformación plástica de este.
Isabel Cisneros plantea conceptos asociados a la acumulación, la repetición, el reciclaje y la memoria. Su formación como ceramista la ha cruzado con el tejido, del que ha aprovechado sus cualidades, y con técnicas y materiales que amplían las posibilidades expresivas de su trabajo. La artista comenta que para esta exposición se hizo de materiales encontrados en su taller –hilos, cintas, telas-, a los que rasga, teje, anuda, deshilacha, acentuando de ellos su “memoria” y generando una obra vital, orgánica. Cisneros desmiembra los objetos y extrae las partes que le ayudan a potenciar su discurso, como en U-matic, de 2018. En esta instalación reunió un grupo de carretes de video, colocados en serie sobre la pared, en horizontal. Junto con los balances rítmicos y cromáticos de los dispositivos y las cintas que ha desenrollado, Cisneros plantea la vulnerabilidad de la tecnología y los archivos; un dispositivo caduco pierde vigencia, perdiendo con él la información almacenada. En otras de sus obras, como London Style 2002, Nube o Quinto elemento, todas de 2018, la artista recobra la constitución del poliéster y de las cintas de nailon, haciéndolos flexibles y exaltando sus propiedades de enroscado o soltura. En M&J, también de 2018, utilizó carretes de hilos de similar tamaño, pero de distintos colores, dispuestos repetidamente como un tejido en seis columnas. La intención que anima la propuesta de Cisneros es favorecer un encuentro lúdico, de interacción entre espectador y obra.
Por su parte, Vicente Antonorsi, artista plástico, arquitecto, y diseñador gráfico con estudios Textiles, presenta en “Desenrollados” piezas en las que emplea madera, cordones y ganchos de hierro galvanizado. Sus series con hilos y maderas las titula Bolillos cuadrados, Bolillos magníficos o Bolillos cortos, todas de 2018, por un tipo de nudo que emplea, tradicional de Brujas (Bélgica). Sobre una tablilla intervenida con una retícula de pequeños tubos de madera, realiza con el cordón un dibujo de figuras geométricas que están ajustadas a un patrón, que puede tener infinitas combinaciones. Trama es otra de las series en las que proyecta entramados lineales en el espacio con cordones elásticos tomando como punto des de sujeción las paredes, el techo y el piso. De esta serie, un grupo de piezas presenta dimensiones precisas, las otras son instalaciones in situ de medidas variables con las que interviene la estructura arquitectónica, tanto de la sala de exposición como los espacios exteriores del edificio. El artista rompe los límites, se arriesga, se vincula profundamente con su entorno y devuelve una respuesta contundente de convivencia entre arte y arquitectura.
Las visiones de ambos artistas están en permanente diálogo. La obra de Cisneros colorida, maleable y orgánica, interactúa con la propuesta lineal, de neutralidad en el color, estructural, y en ocasiones orgánica, de Antonorsi. Las coincidencias y las diferencias engranan en un poderoso encuentro. El resultado es un claro ejemplo del valor social y estético del arte como lenguaje que penetra sutilmente capas ideológicas de delicado acercamiento.