El movimiento de la textilería artística contemporánea es ya una realidad mundial. Y es curioso que haya encontrado en algunos países no tecnificados el escenario donde desarrollarse con mayor plenitud. Colombia se halla entre las naciones que han aportado al movimiento, del que Olga de Amaral es una de las más importantes figuras. Ella ha sido la maestra de Vicente Antonorsi. Con lanas, cerdas, sedas, alambres, fiques y tintes de diversas clases, éste tejedor se presenta ahora digno de que se le tenga en cuenta como profesional dada la seriedad del trabajo que hace, pues su taller en el barrio La Candelaria de Bogotá, sirve para la continua investigación que lo ha enfrentado al acto de tejer y a sus posibles consecuencias.
Las técnicas textiles que utiliza son las propias del telar manual, en sus tantas variantes, de los recursos todavía más elementales como anudar a pura mano. De modo conciente ha rechazado la tecnologías mas complicadas, y es quizás debido a esto que su trabajo alude a las artesanías textiles nativas de Iberoamérica. Siendo un trabajo que se refiere nominalmente a lo artesanal, es en esencia sofisticado, conocedor y exigente, pues se apoya en la conciencia del diseño.
Vicente Antonorsi se preocupa por tejer los objetos que serán entregados a la mano. La aparente casualidad de su color está evidenciada en las grandes pelotas algunas sonajeras, hechas para rodar por el piso. Ha hecho un falo tejido que afirma que lo armado con nudos comunica mejor por dedos ciegos.
Sus piezas piden a gritos que se las toque. Quizás por que sólo así podrá el espectador entender lo que sintió quien construye tejiendo.