Las veinte obras que Vicente Antonorsi exhibe en esta exposición representan sin lugar a dudas un importante punto de inflexión en el discurso que este artista ha emprendido a lo largo de su discreta, pero permanente trayectoria.
Estas nuevas proposiciones discurren por tres escenarios donde la tensión entre la espontaneidad de las formas de la naturaleza y el racionalismo de unas estructuras construidas y manipuladas, se distiende hasta un límite inédito en su producción artística.
En primer lugar habría que destacar la sutileza de un trabajo dominado por un rigor que explota ciertos paradigmas estéticos del amplio discurso de la modernidad, apuntando de esta manera su pertinencia en el contrastado grupo de creadores que dialogan con algunas de sus herencias formalistas como son los dogmas de la abstracción y el minimalismo, la preeminencia de la pureza como una aspiración estética y la recuperación de una metodología de trabajo cercana a la artesanía.
En un segundo lugar me gustaría evidenciar que esta reciente serie de Vicente Antonorsi desplaza al mínimo los registros expresivos de las variadas piezas de su “gabinete de historia natural”, acentuando en un sutil contraste con los soportes sus potencialidades formales. De esta manera, cualquier referencia a sus esenciales valores estéticos de origen orgánico, quedan sujetos a un equilibrado diálogo con la estructura total de la obra. Y finalmente es importante resaltar el trabajo que con los derivados industriales de la madera desarrolla este artista, una experiencia bastante inusual en el escenario artístico venezolano. Los materiales a los que ha acudido Antonorsi para esta exposición no se encuentran precisamente en el escalafón de las llamadas “maderas nobles” sino en productos industriales cuyo origen tienen un carácter inferior en cuanto a su pureza originaria.
Vicente Antonorsi redescubre, a partir de un proceso de trabajo alejado de las prácticas usualmente ligadas a la escultura en madera, unos valores plásticos que ponen de manifiesto un delicado ejercicio de composición y ensamblaje con los mínimos recursos posibles y en el cual la naturaleza –tanto de los materiales transformados por el artista como de los elementos vegetales seleccionados- aparece organizada bajo un discurso racional, distante de cualquier intención narrativa de inspiración romántica.
Las piezas muestran un entramado de texturas y formas que apuntan hacia una nueva abstracción volumétrica, en sintonía con un discurso muy contemporáneo en el cual se descoloca la idea de la escultura tradicional, para enfatizar la belleza intrínseca de estas representaciones del volumen como un moderador de conceptos ligados a lo natural, lo diáfano y la pureza.